El 29 de septiembre de 2005 se suscribió el Acuerdo Nacional para la Unidad, el Estado de Derecho, la Inversión y el Empleo. Este acuerdo fue promovido por líderes empresariales, encabezados por Carlos Slim Helu, e invitados a suscribirlo personajes representantes de algunos sectores de la sociedad como líderes sindicales, académicos, intelectuales, deportistas, cantantes y de otras actividades.
Ayer, 22 de noviembre, el Acuerdo fue suscrito por tres de los futuros candidatos a la Presidencia de los Estados Unidos Mexicanos, llamado México, comprometiéndose a llevarlo a la práctica en el hipotético caso de que los votos de los ciudadanos, el próximo 2 de julio de 2006, les otorguen tan grande responsabilidad. Falta que lo suscriba uno de los aspirantes.
Las propuestas escritas en el Acuerdo tienen que ver con el desarrollo del país. Que los mexicanos en la edad de poder hacerlo puedan tener empleo, con ello tener ingresos, que éstos sean suficientes para sus necesidades, que la satisfacción de esas necesidades desarrolle el mercado interno, que el desarrollo del mercado interno genere crecimiento económico. Que el desarrollo sea sustentable. Que tengamos un pleno estado de derecho. Por allí va.
Las noticias previas y la de la firma del Acuerdo, me han hecho recordar la experiencia que leí de España. Cuando murió el golpista y dictador Franco, hace treinta años. Los líderes de los partidos políticos españoles, desde la izquierda comunista hasta la derecha franquista, convocados por el gobierno de transición firmaron el Pacto de la Moncloa. A partir de ese pacto los españoles suscribieron una nueva constitución. Se inició así el desarrollo de España, hasta quedar integrada a la actual Unión Europea. Una coincidencia de los líderes españoles permitió esa evolución de España. Así lo he leído en los diarios en los últimos veintitantos años. Desde hace diez años ya circula en nuestro país El País de Madrid y desde este año ABC, también de allá.
Creo que el desarrollo necesario de nuestro país se basará en un acuerdo. Para llegar a ese acuerdo, cuya base puede ser el de Chapultepec, hay que encontrar las coincidencias. Para construir esos acuerdos se requiere de liderazgo. Liderazgo de los dirigentes de los partidos políticos, que puedan ver y acordar más allá de los intereses propiamente partidarios. Liderazgo de quienes aspiran a la representación popular. Interés por al país que conformamos todos. Si todos. Los 104 millones de mexicanos que vivimos en el territorio nacional y los más de 20 millones que viven más allá de la frontera del norte y otras latitudes, a donde se han ido en busca de las oportunidades que en su tierra les son negadas. Este es un tema que ha estado presente en mi pensamiento desde que arribe a la edad ciudadana, cuando leía sobre el caso español. Es un tema extenso. No se termina. Tal vez apenas empieza.
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